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CONTROL DE LECTURA 3

  • Para apoyar sus compromisos militares en Europa, Madrid diseñó una serie de nuevos y controvertidos impuestos que buscaban recaudar nuevos ingresos en Perú y otras partes del imperio.

  • Lo que estos nuevos impuestos indicaban era un desplazamiento en la asignación tradicional de los recursos económicos y el poder político en el imperio español, era inevitable que esto provocara descontento, en particular en las posesiones menos cargadas de impuestos fuera de Castilla.

  • El incremento en la presión fiscal contribuyó al estallido de revueltas armadas tanto en Cataluña como en Portugal en 1640, a las que siguieron los levantamientos populares de Sicilia y Nápoles en 1647 y 1648.

  • Hasta México sufrió una periódica inestabilidad política entre 1621 y 1660.2

  • Las demandas que el rey hacía no provocaron un descontento similar en Perú, en gran parte debido a que los oficiales reales lograron mantener un equilibrio del poder político operable que preservó la unidad imperial.

  • A diferencia de sus contrapartes en Cataluña, Portugal, Sicilia, Nápoles e incluso México, estos burócratas lograron reducir las tensiones implementando medidas que producían temporalmente los fondos deseados, pero que no tocaban los intereses económicos vitales de las élites peruanas

  • Sin embargo, una crisis fiscal se desarrolló hacia la década de 1660, cuando estas políticas fiscales ya no lograron compensar la caída de los impuestos mineros, que socavó el sistema imperial a ambos lados del Atlántico-

Cambio económico y crisis fiscal

  • Los cambios económicos que tuvieron lugar en Perú a lo largo del siglo XVII reforzaron la antipatía normal que las élites locales tenían para con impuestos más altos y las rígidas regulaciones comerciales que Madrid exigió e impuso durante el reinado de Felipe IV.

  • En el transcurso de la primera mitad del siglo, la economía virreinal estaba experimentando un proceso de cambio evolutivo, de una dependencia en la minería de la plata y el comercio transatlántico a otra base más diversificada.

  • La minería aún conservaba un lugar importante, pero los sistemas agrícolas cada vez más regionales, las empresas industriales locales y las redes comerciales intercoloniales se convirtieron en los principales motores del desarrollo económico

  • El crecimiento de la población española, en particular en centros urbanos como Lima; la gradual integración de la población indígena a la economía de mercado; las mayores inversiones efectuadas por la Iglesia, los comerciantes banqueros y el gobierno virreinal; y el surgimiento del comercio en el Pacífico: todo esto se combinó para estimular la demanda agregada y promover el desarrollo económico.

  • . No hay ninguna evidencia de una depresión sostenida, o siquiera de que las élites no vivieran igual de bien, al menos hasta los terremotos de 1687, que devastaron gran parte del Perú central y alteraron los patrones económicos del virreinato.

  • En este periodo de transición, de una economía mayormente orientada a las exportaciones a una serie más integrada de economías regionales, las élites locales no estaban dispuestas a aceptar ninguna política financiera del rey capaz de drenar del Perú el capital de inversión y de atrofiar el proceso del cambio económico.

  • En suma, el impulso reformador de Felipe IV y el Conde Duque de Olivares colocó a la Corona en curso de colisión con unos poderosos grupos de interés virreinales. Se avecinaba una amarga lucha en torno a la política impositiva, y el Perú parecía estar destinado a vivir los conflictos en que se hundieron México, Italia y la Península Ibérica.

  • Los oficiales de hacienda encargados de implementar las políticas fiscales impuestas por Madrid no cumplieron con sus responsabilidades con el rey. El examen de las cuentas del tesoro en este periodo revela que tanto los niveles totales de ingreso como las remesas enviadas a España se mantuvieron relativamente estables hasta la década de 1660, cuando se inició una seria tendencia descendente.

  • Si bien esta caída en las reales rentas en Perú no se hizo aguda sino hasta la década de 1660, podemos remontar las raíces del problema hasta el decenio de 1620, cuando el declive minero se hizo pronunciado.

  • Entre 1607 y 1622, casi el 70% del ingreso virreinal provino de las provincias fuera de Lima, y de los centros mineros en particular

  • La productividad decreciente de las vetas de plata en Potosí y otros lugares amenazaba con minar la solvencia fiscal del tesoro, precisamente cuando Madrid comenzaba a exigir más dinero del Perú.

  • La Real Hacienda de México logró conservar sus niveles de ingreso, en gran medida debido a que los nuevos hallazgos de plata en Guanajuato y Pachuca compensaron la decadencia de las zonas mineras más antiguas, como San Luis Potosí.

  • Para tener éxito en Perú, las reformas de la Real Hacienda debían ampliar la base tributaria del gobierno de Lima, de modo tal que pudiera así incrementar las remesas de plata enviadas a la metrópoli.

  • Durante el periodo de reforma entre 1625 y 1643, estas medidas fiscales sí lograron elevar el ingreso anual del comercio, la producción, los empréstitos y las remesas de las cajas subordinadas, hasta alcanzar los niveles más altos del siglo.

  • Pero, la mayoría de estos incrementos no se debió a nuevos impuestos permanentes, sino a medidas temporales tales como la venta de juros y las composiciones de tierras. Si bien es cierto que políticas temporales como estas calmaron al rey y satisficieron las necesidades inmediatas del gobierno virreinal, ellas no brindaron ninguna solución de largo plazo.

  • Los niveles de ingreso gubernamental cayeron cuando estas fuentes de dinero escasearon y el nivel de los impuestos a la minería cayó aun más, generándose así una crisis fiscal

  • En realidad, este declive fiscal de Lima le permitió a México superar al virreinato meridional para 1680, convirtiéndose así en el más importante productor de rentas de las Indias.

Las barreras administrativas a las reformas

  • Una razón importante del fracaso de la Real Hacienda a la hora de imponer los nuevos impuestos exigidos por Madrid y evitar así la crisis fiscal, fue el débil aparato administrativo de la burocracia virreinal. El poder administrativo de la Real Hacienda peruana estaba dispersado entre una serie de organizaciones privadas y públicas.

  • El virrey, la Audiencia, el Tribunal de Cuentas, los oficiales reales y los recaudadores de impuestos contratados manejaban todos las rentas públicas que financiaban al virreinato. Esta colección de funcionarios carecía de un conjunto claramente definido de obligaciones, y las relaciones entre superiores y subordinados estaban mal definidas por la ley.

  • Además, la legislación colonial hispana a menudo encarnaba principios nobles, abstractos o contradictorios que, cuando había que enfrentar problemas financieros concretos, solamente podían aplicarse en forma selectiva.

  • . En consecuencia, abundaban los conflictos jurisdiccionales, la ineficiencia y la corrupción. Esta descentralización del poder político afectó severamente los esfuerzos realizados para implementar nuevas políticas fiscales, en especial cuando las élites locales objetaban.

  • Los oficiales de hacienda también actuaban como barreras a la reforma del sistema tributario peruano.

  • La descentralización de la burocracia otorgaba un gran poder discrecional a burócratas individuales sobre la implementación de las reales políticas, el cual usaban para equilibrar las necesidades tanto del rey como de la comunidad local.

  • Los lazos de lealtad ligaban a los oficiales reales con los intereses metropolitanos tradicionales, en tanto que sus vinculaciones sociales y económicas en Perú les ayudaban a llevar a cabo sus labores de modo efectivo. Mas, en el transcurso del periodo de reforma, unos poderosos intereses creados existentes en el virreinato utilizaron toda su influencia para separar al rey de la burocracia colonial.

  • Al mismo tiempo, la Corona socavó su posición en Perú e inclinó el equilibrio del poder político a favor de las élites locales en 1633, cuando comenzó a vender cargos en las cajas reales y el Tribunal de Cuentas.

  • La venta de estos nombramientos permitió a las élites peruanas comprar altos cargos y ganar así un considerable poder político.

  • Los burócratas que habían llegado al poder para mediados de siglo eran, además, ineficientes, estaban mal capacitados y a menudo se trataba de personas deshonestas. En pocas palabras, las ventas significaron la pérdida de la autoridad del rey sobre la burocracia, a medida que los lazos locales familiares, empresariales y políticos del virreinato resultaban más fuertes que cualquier lealtad con la distante Madrid.

  • Si la burocracia colonial de la Nueva España pasó a ser parasitaria y a quedar aislada de las necesidades de las élites mexicanas, su contraparte peruana, más bien, se fue haciendo cada vez más sensible a las demandas de la ciudadanía local, incluso a costa de Madrid . El virreinato del Perú permaneció, por ello, políticamente estable, pero el precio de esta armonía fue la crisis fiscal del decenio de 1660.

Reformas y resistencia

  • La reforma financiera fue una cuestión política dominante en el imperio español durante la mayor parte del reinado de Felipe IV.

  • . Al igual que los reformadores Borbón un siglo más tarde, el rey y el Conde Duque de Olivares tuvieron que diseñar un programa coherente de impuestos capaces de aprovechar con mayor efectividad la riqueza económica del imperio.

  • En el Perú, la clave de este programa fue la unión de armas, un proyecto favorecido por el Conde Duque mismo para apoyar la defensa común del imperio. Pero, al igual que en Cataluña, la Corona subestimó el vigor de la oposición virreinal y su influencia sobre la burocracia colonial. Por ende, la unión de armas y los restantes impuestos fijados por Madrid no lograron satisfacer las expectativas metropolitanas, no obstante haberse iniciado una visita general en 1625 y haber enviado un comisionado especial en 1630.

  • La única medida exitosa fueron los impuestos temporales como la venta de juros, que encontró una mayor aceptación entre la ciudadanía local. Pero, si bien tales medidas sí hicieron que los niveles de ingreso alcanzaran nuevos picos en la década de 1640, el alza solamente fue temporal.

  • El fracaso de los reformadores era demasiado evidente para el siguiente decenio. Sucesivos virreyes y funcionarios del tesoro comenzaron a tomar prestado para cubrir los gastos locales y mantener las remesas de plata enviadas a Sevilla, a medida que los impuestos a la minería decaían y que la recaudación de los impuestos temporales disminuía. Para los años sesenta, estas políticas habían dejado al gobierno profundamente endeudado.

  • A partir de la década antedicha, quienes diseñaban las políticas en Madrid y Lima desplazaron su atención a la recuperación del control de la burocracia virreinal, y a imponer las contribuciones dispuestas durante el periodo reformador.

  • Para alcanzar esta meta, el rey dispuso el inicio de una visita general del virreinato en 1664, y posteriormente envió varios virreyes reformadores y fuertes. Pero, cuando estos agentes reales intentaban recuperar el poder político y financiero en Perú, se toparon con la amarga hostilidad de la ciudadanía acaudalada e influyente y sus aliados en el establishment político.

  • . Lima fue el punto focal de este enfrentamiento. Los enemigos políticos de la visita resultaron estar bien posicionados. Ellos consiguieron que se hiciera regresar a España a funcionarios molestos, como Juan de Cornejo y el Conde de Castellar, y bloquearon continuamente el avance de las investigaciones. Incluso cuando limeños poderosos como Álvaro de Ibarra controlaban la visita, sucedía que frecuentemente la empleaban para castigar a sus enemigos políticos, además de conseguir las reformas necesarias.

  • Al final, la visita general expuso algunos abusos y cobró deudas, pero también terminó entrampada en una serie de disputas locales menudas y jamás logró efectuar ninguna mejora duradera en la administración de las finanzas peruanas.

  • Es más, la crisis fiscal continuó empeorando y, para finales de siglo, la hacienda estaba casi en bancarrota.

  • El rey había fracasado en su esfuerzo secular por superar la resistencia de las élites privilegiadas a impuestos más altos, por controlar la burocracia virreinal y por dirigir una mayor parte de las riquezas económica del Perú a la metrópoli.

  • Los reformadores Borbón tuvieron un mayor éxito en estas metas un siglo más tarde, en gran medida porque unieron la reforma tributaria con un conjunto global de cambios comerciales y administrativos.

La decadencia imperial

  • La decadencia global de España en Europa a lo largo del siglo XVII se debió, en gran medida, a la incapacidad del rey para incrementar su control sobre los recursos económicos de la monarquía.

  • Hasta los vacilantes esfuerzos de Olivares por establecer “un rey, un reino y una moneda” despertaron una amplia oposición en los reinos españoles.

  • Aunque las perturbaciones producidas en Cataluña, Portugal, Sicilia, Nápoles y México tuvieron todas sus propias causas, un factor común en todas ellas fue el incremento en la presión fiscal de Madrid.

  • En el virreinato peruano, estas demandas regias generaron descontento político, mas no una perturbación seria de la paz. Tales medidas, simplemente, no fueron necesarias.

  • Las élites peruanas y sus aliados en la burocracia real vencieron al impulso reformador del rey sin tener que recurrir a medidas tan extremas.

  • Sin embargo, el fracaso de los nuevos impuestos y la crisis fiscal resultante, llevaron a la pérdida de control del rey sobre gran parte de los recursos del virreinato.

  • Los decrecientes niveles de ingreso de la caja de Lima hicieron que los oficiales redujeran las remesas de plata enviada a Sevilla, de un promedio anual de 1.483.849 pesos en el decenio de 1630, a un mínimo de 127.189 pesos en los años ochenta

  • Esta drástica caída tuvo lugar cuando el rey estaba luchando por la hegemonía en Europa; ella, indudablemente, contribuyó a la eventual decadencia militar y política de España, juntamente con la pérdida de dinero de las provincias rebeldes en Italia y la Península Ibérica.

  • La crisis fiscal tuvo también un profundo impacto político y económico en el virreinato del Perú. Para 1700, la pérdida de ingresos del tesoro había dejado al gobierno virreinal debilitado y empobrecido.

  • Esta decadencia global del sistema imperial, asimismo, minó la centralidad económica de Lima.

  • Las élites de la capital finalmente habían vencido al programa reformista del rey, pero se trató de una victoria pírrica. La ciudad necesitaba contar con un vigoroso gobierno central para imponer los monopolios comerciales que aseguraban su primacía económica en el virreinato.

  • El declive financiero y político del real gobierno, la productividad decreciente de las minas, la recesión del comercio atlántico, la diversificación de la economía virreinal y las consecuencias catastróficas del terremoto de 1687 se combinaron para erosionar el poder de las élites limeñas en el virreinato.

  • El resultado neto fue el surgimiento, hacia 1700, de un virreinato más cantonal, conformado por regiones menos dependientes tanto de Lima como de Madrid

  • Para que, en el Perú, el sistema imperial se recuperase de los daños causados por la crisis fiscal, fue necesario que en el siglo XVIII una nueva dinastía subiera al trono y que surgiera otro gran programa reformista.

LD

CONTROL DE LECTURA 3

  • Para apoyar sus compromisos militares en Europa, Madrid diseñó una serie de nuevos y controvertidos impuestos que buscaban recaudar nuevos ingresos en Perú y otras partes del imperio.

  • Lo que estos nuevos impuestos indicaban era un desplazamiento en la asignación tradicional de los recursos económicos y el poder político en el imperio español, era inevitable que esto provocara descontento, en particular en las posesiones menos cargadas de impuestos fuera de Castilla.

  • El incremento en la presión fiscal contribuyó al estallido de revueltas armadas tanto en Cataluña como en Portugal en 1640, a las que siguieron los levantamientos populares de Sicilia y Nápoles en 1647 y 1648.

  • Hasta México sufrió una periódica inestabilidad política entre 1621 y 1660.2

  • Las demandas que el rey hacía no provocaron un descontento similar en Perú, en gran parte debido a que los oficiales reales lograron mantener un equilibrio del poder político operable que preservó la unidad imperial.

  • A diferencia de sus contrapartes en Cataluña, Portugal, Sicilia, Nápoles e incluso México, estos burócratas lograron reducir las tensiones implementando medidas que producían temporalmente los fondos deseados, pero que no tocaban los intereses económicos vitales de las élites peruanas

  • Sin embargo, una crisis fiscal se desarrolló hacia la década de 1660, cuando estas políticas fiscales ya no lograron compensar la caída de los impuestos mineros, que socavó el sistema imperial a ambos lados del Atlántico-

Cambio económico y crisis fiscal

  • Los cambios económicos que tuvieron lugar en Perú a lo largo del siglo XVII reforzaron la antipatía normal que las élites locales tenían para con impuestos más altos y las rígidas regulaciones comerciales que Madrid exigió e impuso durante el reinado de Felipe IV.

  • En el transcurso de la primera mitad del siglo, la economía virreinal estaba experimentando un proceso de cambio evolutivo, de una dependencia en la minería de la plata y el comercio transatlántico a otra base más diversificada.

  • La minería aún conservaba un lugar importante, pero los sistemas agrícolas cada vez más regionales, las empresas industriales locales y las redes comerciales intercoloniales se convirtieron en los principales motores del desarrollo económico

  • El crecimiento de la población española, en particular en centros urbanos como Lima; la gradual integración de la población indígena a la economía de mercado; las mayores inversiones efectuadas por la Iglesia, los comerciantes banqueros y el gobierno virreinal; y el surgimiento del comercio en el Pacífico: todo esto se combinó para estimular la demanda agregada y promover el desarrollo económico.

  • . No hay ninguna evidencia de una depresión sostenida, o siquiera de que las élites no vivieran igual de bien, al menos hasta los terremotos de 1687, que devastaron gran parte del Perú central y alteraron los patrones económicos del virreinato.

  • En este periodo de transición, de una economía mayormente orientada a las exportaciones a una serie más integrada de economías regionales, las élites locales no estaban dispuestas a aceptar ninguna política financiera del rey capaz de drenar del Perú el capital de inversión y de atrofiar el proceso del cambio económico.

  • En suma, el impulso reformador de Felipe IV y el Conde Duque de Olivares colocó a la Corona en curso de colisión con unos poderosos grupos de interés virreinales. Se avecinaba una amarga lucha en torno a la política impositiva, y el Perú parecía estar destinado a vivir los conflictos en que se hundieron México, Italia y la Península Ibérica.

  • Los oficiales de hacienda encargados de implementar las políticas fiscales impuestas por Madrid no cumplieron con sus responsabilidades con el rey. El examen de las cuentas del tesoro en este periodo revela que tanto los niveles totales de ingreso como las remesas enviadas a España se mantuvieron relativamente estables hasta la década de 1660, cuando se inició una seria tendencia descendente.

  • Si bien esta caída en las reales rentas en Perú no se hizo aguda sino hasta la década de 1660, podemos remontar las raíces del problema hasta el decenio de 1620, cuando el declive minero se hizo pronunciado.

  • Entre 1607 y 1622, casi el 70% del ingreso virreinal provino de las provincias fuera de Lima, y de los centros mineros en particular

  • La productividad decreciente de las vetas de plata en Potosí y otros lugares amenazaba con minar la solvencia fiscal del tesoro, precisamente cuando Madrid comenzaba a exigir más dinero del Perú.

  • La Real Hacienda de México logró conservar sus niveles de ingreso, en gran medida debido a que los nuevos hallazgos de plata en Guanajuato y Pachuca compensaron la decadencia de las zonas mineras más antiguas, como San Luis Potosí.

  • Para tener éxito en Perú, las reformas de la Real Hacienda debían ampliar la base tributaria del gobierno de Lima, de modo tal que pudiera así incrementar las remesas de plata enviadas a la metrópoli.

  • Durante el periodo de reforma entre 1625 y 1643, estas medidas fiscales sí lograron elevar el ingreso anual del comercio, la producción, los empréstitos y las remesas de las cajas subordinadas, hasta alcanzar los niveles más altos del siglo.

  • Pero, la mayoría de estos incrementos no se debió a nuevos impuestos permanentes, sino a medidas temporales tales como la venta de juros y las composiciones de tierras. Si bien es cierto que políticas temporales como estas calmaron al rey y satisficieron las necesidades inmediatas del gobierno virreinal, ellas no brindaron ninguna solución de largo plazo.

  • Los niveles de ingreso gubernamental cayeron cuando estas fuentes de dinero escasearon y el nivel de los impuestos a la minería cayó aun más, generándose así una crisis fiscal

  • En realidad, este declive fiscal de Lima le permitió a México superar al virreinato meridional para 1680, convirtiéndose así en el más importante productor de rentas de las Indias.

Las barreras administrativas a las reformas

  • Una razón importante del fracaso de la Real Hacienda a la hora de imponer los nuevos impuestos exigidos por Madrid y evitar así la crisis fiscal, fue el débil aparato administrativo de la burocracia virreinal. El poder administrativo de la Real Hacienda peruana estaba dispersado entre una serie de organizaciones privadas y públicas.

  • El virrey, la Audiencia, el Tribunal de Cuentas, los oficiales reales y los recaudadores de impuestos contratados manejaban todos las rentas públicas que financiaban al virreinato. Esta colección de funcionarios carecía de un conjunto claramente definido de obligaciones, y las relaciones entre superiores y subordinados estaban mal definidas por la ley.

  • Además, la legislación colonial hispana a menudo encarnaba principios nobles, abstractos o contradictorios que, cuando había que enfrentar problemas financieros concretos, solamente podían aplicarse en forma selectiva.

  • . En consecuencia, abundaban los conflictos jurisdiccionales, la ineficiencia y la corrupción. Esta descentralización del poder político afectó severamente los esfuerzos realizados para implementar nuevas políticas fiscales, en especial cuando las élites locales objetaban.

  • Los oficiales de hacienda también actuaban como barreras a la reforma del sistema tributario peruano.

  • La descentralización de la burocracia otorgaba un gran poder discrecional a burócratas individuales sobre la implementación de las reales políticas, el cual usaban para equilibrar las necesidades tanto del rey como de la comunidad local.

  • Los lazos de lealtad ligaban a los oficiales reales con los intereses metropolitanos tradicionales, en tanto que sus vinculaciones sociales y económicas en Perú les ayudaban a llevar a cabo sus labores de modo efectivo. Mas, en el transcurso del periodo de reforma, unos poderosos intereses creados existentes en el virreinato utilizaron toda su influencia para separar al rey de la burocracia colonial.

  • Al mismo tiempo, la Corona socavó su posición en Perú e inclinó el equilibrio del poder político a favor de las élites locales en 1633, cuando comenzó a vender cargos en las cajas reales y el Tribunal de Cuentas.

  • La venta de estos nombramientos permitió a las élites peruanas comprar altos cargos y ganar así un considerable poder político.

  • Los burócratas que habían llegado al poder para mediados de siglo eran, además, ineficientes, estaban mal capacitados y a menudo se trataba de personas deshonestas. En pocas palabras, las ventas significaron la pérdida de la autoridad del rey sobre la burocracia, a medida que los lazos locales familiares, empresariales y políticos del virreinato resultaban más fuertes que cualquier lealtad con la distante Madrid.

  • Si la burocracia colonial de la Nueva España pasó a ser parasitaria y a quedar aislada de las necesidades de las élites mexicanas, su contraparte peruana, más bien, se fue haciendo cada vez más sensible a las demandas de la ciudadanía local, incluso a costa de Madrid . El virreinato del Perú permaneció, por ello, políticamente estable, pero el precio de esta armonía fue la crisis fiscal del decenio de 1660.

Reformas y resistencia

  • La reforma financiera fue una cuestión política dominante en el imperio español durante la mayor parte del reinado de Felipe IV.

  • . Al igual que los reformadores Borbón un siglo más tarde, el rey y el Conde Duque de Olivares tuvieron que diseñar un programa coherente de impuestos capaces de aprovechar con mayor efectividad la riqueza económica del imperio.

  • En el Perú, la clave de este programa fue la unión de armas, un proyecto favorecido por el Conde Duque mismo para apoyar la defensa común del imperio. Pero, al igual que en Cataluña, la Corona subestimó el vigor de la oposición virreinal y su influencia sobre la burocracia colonial. Por ende, la unión de armas y los restantes impuestos fijados por Madrid no lograron satisfacer las expectativas metropolitanas, no obstante haberse iniciado una visita general en 1625 y haber enviado un comisionado especial en 1630.

  • La única medida exitosa fueron los impuestos temporales como la venta de juros, que encontró una mayor aceptación entre la ciudadanía local. Pero, si bien tales medidas sí hicieron que los niveles de ingreso alcanzaran nuevos picos en la década de 1640, el alza solamente fue temporal.

  • El fracaso de los reformadores era demasiado evidente para el siguiente decenio. Sucesivos virreyes y funcionarios del tesoro comenzaron a tomar prestado para cubrir los gastos locales y mantener las remesas de plata enviadas a Sevilla, a medida que los impuestos a la minería decaían y que la recaudación de los impuestos temporales disminuía. Para los años sesenta, estas políticas habían dejado al gobierno profundamente endeudado.

  • A partir de la década antedicha, quienes diseñaban las políticas en Madrid y Lima desplazaron su atención a la recuperación del control de la burocracia virreinal, y a imponer las contribuciones dispuestas durante el periodo reformador.

  • Para alcanzar esta meta, el rey dispuso el inicio de una visita general del virreinato en 1664, y posteriormente envió varios virreyes reformadores y fuertes. Pero, cuando estos agentes reales intentaban recuperar el poder político y financiero en Perú, se toparon con la amarga hostilidad de la ciudadanía acaudalada e influyente y sus aliados en el establishment político.

  • . Lima fue el punto focal de este enfrentamiento. Los enemigos políticos de la visita resultaron estar bien posicionados. Ellos consiguieron que se hiciera regresar a España a funcionarios molestos, como Juan de Cornejo y el Conde de Castellar, y bloquearon continuamente el avance de las investigaciones. Incluso cuando limeños poderosos como Álvaro de Ibarra controlaban la visita, sucedía que frecuentemente la empleaban para castigar a sus enemigos políticos, además de conseguir las reformas necesarias.

  • Al final, la visita general expuso algunos abusos y cobró deudas, pero también terminó entrampada en una serie de disputas locales menudas y jamás logró efectuar ninguna mejora duradera en la administración de las finanzas peruanas.

  • Es más, la crisis fiscal continuó empeorando y, para finales de siglo, la hacienda estaba casi en bancarrota.

  • El rey había fracasado en su esfuerzo secular por superar la resistencia de las élites privilegiadas a impuestos más altos, por controlar la burocracia virreinal y por dirigir una mayor parte de las riquezas económica del Perú a la metrópoli.

  • Los reformadores Borbón tuvieron un mayor éxito en estas metas un siglo más tarde, en gran medida porque unieron la reforma tributaria con un conjunto global de cambios comerciales y administrativos.

La decadencia imperial

  • La decadencia global de España en Europa a lo largo del siglo XVII se debió, en gran medida, a la incapacidad del rey para incrementar su control sobre los recursos económicos de la monarquía.

  • Hasta los vacilantes esfuerzos de Olivares por establecer “un rey, un reino y una moneda” despertaron una amplia oposición en los reinos españoles.

  • Aunque las perturbaciones producidas en Cataluña, Portugal, Sicilia, Nápoles y México tuvieron todas sus propias causas, un factor común en todas ellas fue el incremento en la presión fiscal de Madrid.

  • En el virreinato peruano, estas demandas regias generaron descontento político, mas no una perturbación seria de la paz. Tales medidas, simplemente, no fueron necesarias.

  • Las élites peruanas y sus aliados en la burocracia real vencieron al impulso reformador del rey sin tener que recurrir a medidas tan extremas.

  • Sin embargo, el fracaso de los nuevos impuestos y la crisis fiscal resultante, llevaron a la pérdida de control del rey sobre gran parte de los recursos del virreinato.

  • Los decrecientes niveles de ingreso de la caja de Lima hicieron que los oficiales redujeran las remesas de plata enviada a Sevilla, de un promedio anual de 1.483.849 pesos en el decenio de 1630, a un mínimo de 127.189 pesos en los años ochenta

  • Esta drástica caída tuvo lugar cuando el rey estaba luchando por la hegemonía en Europa; ella, indudablemente, contribuyó a la eventual decadencia militar y política de España, juntamente con la pérdida de dinero de las provincias rebeldes en Italia y la Península Ibérica.

  • La crisis fiscal tuvo también un profundo impacto político y económico en el virreinato del Perú. Para 1700, la pérdida de ingresos del tesoro había dejado al gobierno virreinal debilitado y empobrecido.

  • Esta decadencia global del sistema imperial, asimismo, minó la centralidad económica de Lima.

  • Las élites de la capital finalmente habían vencido al programa reformista del rey, pero se trató de una victoria pírrica. La ciudad necesitaba contar con un vigoroso gobierno central para imponer los monopolios comerciales que aseguraban su primacía económica en el virreinato.

  • El declive financiero y político del real gobierno, la productividad decreciente de las minas, la recesión del comercio atlántico, la diversificación de la economía virreinal y las consecuencias catastróficas del terremoto de 1687 se combinaron para erosionar el poder de las élites limeñas en el virreinato.

  • El resultado neto fue el surgimiento, hacia 1700, de un virreinato más cantonal, conformado por regiones menos dependientes tanto de Lima como de Madrid

  • Para que, en el Perú, el sistema imperial se recuperase de los daños causados por la crisis fiscal, fue necesario que en el siglo XVIII una nueva dinastía subiera al trono y que surgiera otro gran programa reformista.